Leyendo noticias de algunos periódicos dominicales que suelo adquirir para comparar análisis distintos de coyuntura económica y política del país (por un tema personal de tiempo, no pude leer en su momento y aprovecho hoy Jueves 1° de Mayo para revisar las noticias), sin sorprenderme observo que no existe, en la prensa escrita al menos, la parafernalia publicitaria mediática que si se observa para los “días de todo”, en mi humilde punto de vista los únicos días que merecen celebrarse deberían ser: el día de la Madre y el Día del trabajo. Bueno el Día del ser más querido no necesita propulsores.
“EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA TRANSFORMACIÓN DEL MONO EN HOMBRE” reza un ensayo que viene a mi memoria de mis años estudiantiles. En este libro Federico Engels explica que el Trabajo es la fuente de toda riqueza, y el que ha creado la evolución del hombre.
Ahí nos damos cuenta que no fueron solo las necesidades las que hicieron que el hombre apareciera como tal, sino que su trabajo para suplir las diferentes necesidades que se le presentaban, lo impulso a tener diferentes cambios hasta llegar a lo que hoy es.
Conforme pasan los años el hombre se vuelve más sofisticado, estudiado y con nuevas proyecciones tecnológicas lo que le permite tener más posibilidades de trabajo, así mismo la capacidad de la mano de obra (trabajo) aumenta cada vez más, se vuelve más especializada y permite una mejor elaboración de instrumentos para que el hombre realice su mejor labor.
Por otra parte comprobamos que el trabajo muchas veces no es fácil pues el mundo ya no es siempre propicio para cosechar los frutos del trabajo con facilidad. Frecuentemente la gente de campo sufre de climas hostiles; los que trabajan en el mar saben lo traicionero que éste puede ser; todos estamos expuestos a sufrir desde pequeños accidentes hasta desastres naturales; a trabajar con personas problemáticas en todas los niveles y entornos (jefes, compañeros, clientes, proveedores, socios, etc.); e incluso con nosotros mismos, con nuestras limitaciones, o problemas de salud, stress o malas actitudes, etc.
En conclusión el trabajo es bueno pero no tiene necesariamente que costarnos el "sudor de nuestra frente". “El trabajo dignifica” pero depende del trabajo (Aún hoy día, llegamos a saber de ejemplos equiparables a injusticias y abusos que creíamos desterrados como la explotación infantil, por no mencionar lo más bajo la explotación sexual). “El trabajo es una diversión”, una de mis frases preferidas que es válida para los que trabajamos en algo que realmente nos agrada (como al futbolista que pagan por jugar, por divertirse en el campo de juego).
Por otro lado encontramos al famoso ISO 9001, propulsores mediáticos del sofisma de la calidad. El concepto es bueno, debemos ser más eficientes y efectivos en lo que hacemos, que debemos ser más productivos de manera que podamos hacer cosas con menos esfuerzo y recursos, y que además las podamos hacer mejor. Pero estos conceptos no pasaran de meras repeticiones memoristas y “rellenado” de formatos y seguimiento de procesos si es que el trabajador no percibe los beneficios de ese estándar de calidad que la organización perfila hacia el cliente. El famoso círculo de Deming tiene que transformarse en un bumerang, donde se asegure la calidad del producto que se brinde al cliente, haya un retorno económico al trabajador de ese estándar de calidad logrado y por defecto una mejora continua en la productividad de la organización.
Termino estas líneas laborales recordando una frase de reprimenda que recibí hace 25 años, cuando envalentonado por el ímpetu juvenil reclame mi primer aumento de sueldo y que hasta hoy sirve de marco para mi quehacer logístico: “Hijo, demuestra con tu trabajo que mereces un aumento, el resto llega solo”.
Por otro lado encontramos al famoso ISO 9001, propulsores mediáticos del sofisma de la calidad. El concepto es bueno, debemos ser más eficientes y efectivos en lo que hacemos, que debemos ser más productivos de manera que podamos hacer cosas con menos esfuerzo y recursos, y que además las podamos hacer mejor. Pero estos conceptos no pasaran de meras repeticiones memoristas y “rellenado” de formatos y seguimiento de procesos si es que el trabajador no percibe los beneficios de ese estándar de calidad que la organización perfila hacia el cliente. El famoso círculo de Deming tiene que transformarse en un bumerang, donde se asegure la calidad del producto que se brinde al cliente, haya un retorno económico al trabajador de ese estándar de calidad logrado y por defecto una mejora continua en la productividad de la organización.